VALLE DEL ALMANZORA, EL CORAZÓN DE ALMERÍA

UNA TIERRA PARA SER VIVIDA

Naturaleza, historia y actividad humana

La comarca almeriense del Valle del Almanzora debe su nombre al río que la cruza, en cuyas riberas se asentaron los primeros pobladores prehistóricos, núcleos iniciales que con el paso de los siglos dieron origen a los veintisiete municipios que hoy la integran. Sus límites quedan fijados al norte con la comarca de Los Vélez, al este con el Levante almeriense, al sur con Filabres y al oeste con la localidad granadina de Baza. El eje de comunicaciones que vertebra esta amplia zona es la carretera A-334 Huercal Overa-Baza, trazado que facilita el acceso a los múltiples lugares de interés que podemos encontrar en este singular espacio de la geografía andaluza.

Hay que remontar el río Almanzora, jalonado de almendros en flor, naranjos y huertas, para descubrir los contrastes que ofrece su valle. A partir de ahí, sorprende la monumentalidad de una Sierra de entrañas abiertas y blancas: el mármol, razón de ser de la práctica totalidad de los pueblos del Valle.

El Valle del Almanzora está ligado a los aprovechamientos industriales de sus recursos naturales, con manifestaciones tan sobresalientes como la minería, la producción vitivinícola, oleícola, agricultura como el almendro o la industria cárnica. Toda esa herencia, tecnología y «el saber hacer» representa uno de los rasgos que más han caracterizado la manera de ser, la historia y la cultura de los pueblos que integran esta zona turística.

El gusto agradece catar la olla de hinojos, la fritada de conejo, los gurullos con liebre, las perdices estofadas y los suspiros de almendra.

 

Descubre aquí toda la belleza que encierran los municipios del Valle del Almanzora.

HISTORIA

Un mosaico de civilizaciones

El Valle del Almanzora es una de las regiones en las que han vivido y convivido multitud de civilizaciones, es un auténtico crisol de culturas. Los primeros vestigios humanos se remontan al Paleolítico donde aún podemos observar restos en La Cueva de los Tesoros en Bacares. Del periodo fenicio, cartaginés y romano se conservan los núcleos de “Tagili” (Tíjola) o el acueducto romano de Albanchez.

Pero fue la época nazarí la que dejó mayor patrimonio arquitectónico y cultural en la comarca. Ejemplo de ello son la multitud de construcciones y restos arqueológicos que se conservan de esta época. La conquista de Los Reyes Católicos y la repoblación de la zona con gentes de la geografía española, supusieron la convivencia entre los moriscos y los “cristianos viejos”, forjando así el espíritu de tolerancia que caracteriza a esta tierra. En 1568 se produjo la sublevación de los moriscos y la cruenta guerra civil acabó con la definitiva expulsión de los moriscos de España en 1622. No obstante la huella musulmana es importantísima como así lo confirman los restos de alcazabas, acequias, almazaras y otras muestras de la cultura nazarí que aún permanecen en El Valle del Almanzora.

La época renacentista dejó numerosas construcciones religiosas y, posteriormente, el neoclasicismo supuso la transición que acabó dando paso a la revolución industrial, ya en el siglo XX. La industria de minería y la construcción del ferrocarril fueron los pilares económicos y sociales de esa época.

En la actualidad, la explotación y la elaboración del mármol han convertido al Valle del Almanzora en uno de los productores de mármol más apreciados en el mundo.

ARTESANÍA

Cuando vivir es un arte

La comarca del Valle del Almanzora ha sido habitada por todas las civilizaciones mediterráneas por lo que su artesanía posee una espléndida variedad.

La industria artesana más floreciente ha sido el mármol desde la antigüedad. La piedra de la comarca se ha utilizado en monumentos tan destacados como la Alhambra de Granada, La Mezquita de Córdoba o el Monasterio de El Escorial. Pero además del mármol, en Tíjola, Serón y Albox destaca otro tipo de artesanía: la cerámica y la alfarería de tradición centenaria.

La artesanía de la madera en la comarca tiene a Pedro Gilabert como su máximo exponente. Este escultor cuenta con un museo en Arboleas, una obra y estilo propios que son referencia para talleres y artistas. El trabajo con el esparto también ha sido uno de los oficios tradicionales en el Valle del Almanzora y durante los últimos años se ha impulsado mucho en Serón. Podemos encontrar botelleros, cestos y todo tipo de objetos de esparto para la decoración del hogar y con el sello de la artesanía de la zona.

NATURALEZA

Paisajes insólitos

La comarca del Valle del Almanzora es uno de los grandes pulmones verdes de Andalucía. Situada entre las sierras de los Filabres y las Estancias, es recorrida por el río que le da su nombre, sin lugar a duda, ofrece al visitante una belleza insólita, singular y llena de contrastes.

En la Sierra de los Filabres se halla el Calar Alto, a 2.168 m sobre el nivel del mar, representa el techo de la Sierra y del Valle del Almanzora. En su cima encontramos el observatorio astronómico, uno de los más importantes del mundo por su sofisticación y vanguardia. El Calar Alto es uno de los espacios naturales más peculiares de España y sus vistas son realmente excepcionales. Además, tanto en la Sierra de Filabres como en la Sierra de las Estancias, encontramos numerosas áreas recreativas de fácil acceso y desde las que parten rutas a pie que nos descubrirán la naturaleza en estado puro.

La flora del Valle del Almanzora es una de las más diversas de Andalucía con especies autóctonas y de interés para el viajero aficionado al turismo en plena naturaleza.

En cuanto a la fauna de esta comarca, encontramos ejemplares protegidos de zorro y jabalí, ciervos, tejón y gato montés entre otras. Además, es zona de paso para las aves migratorias y supone un lugar de gran interés para todo aquel que disfrute de la observación de la fauna en su hábitat natural.

GASTRONOMÍA

El sabor de la buena vida

La gastronomía del Valle del Almanzora constituye un elemento destacado de la cultura de estas tierras, que durante siglos tuvo en la cocina andalusí un referente fundamental, no sólo por su importancia como fuente de nutrición y salud, sino como forma de relación social y sosegado disfrute de los placeres de la buena mesa. Por otra parte, la civilización cristiana integró, además, los elementos básicos de la dieta mediterránea. Ambas culturas gastronómicas se unen sabiamente y dejan disfrutar al visitante de una amplia, deliciosa y saludable oferta restauradora.

El ajo, las especias y los productos de la huerta son ingredientes básicos para la preparación de las populares migas cortijeras, las gachas, la olla de trigo, la fritá de conejo o las típicas patatas boca abajo. En cuanto a los postres destacan los roscos de Semana Santa, los soplillos, los mantecados de miel, el cuajao de almendras, la leche frita o el pan de higos. No hay que olvidar que la base de la dieta mediterránea es el aceite de oliva que se produce y envasa en localidades como Albox, Arboleas, Tíjola, Serón o Urrácal. El jamón también es un manjar muy característico en El Valle del Almanzora y, por ejemplo el de Serón, que goza de prestigio internacional.

La matanza del cerdo es un elemento básico de la economía de la zona, pero además es motivo de reunión y festejo en el que pueden participar los buenos gourmets. Si preferimos algo más dulce, la amplia oferta de repostería hará los manjares de cualquier goloso exigente. Y para acompañar a los dulces, mistela, bebida típica que el visitante puede degustar en cualquier bar o establecimiento de restauración.

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